Fecha de publicación
01 Octubre 2015
Este jueves, 29 de octubre, se celebra el Día Mundial del Ictus, una jornada que tiene como objetivo promover el conocimiento de esta enfermedad.
Un ictus es un trastorno brusco de la circulación cerebral, que altera la función de una determinada región del cerebro. La expresión accidente vascular cerebral (AVC) se utiliza también como sinónimo del término ictus.
Se ha observado que los trastornos del sueño (TS), que pueden ocurrir a cualquier edad y afectar significativamente a la calidad de vida de las personas, presentan ciertas correlaciones con el ictus.
Así, por ejemplo, se conoce que el Síndrome de Apnea-Hipoapnea del Sueño (SAHS) se relaciona con un aumento de accidentes vasculares cerebrales, si se comparan las personas afectadas por SAHS con sujetos sanos. Además, el SAHS es el trastorno del sueño más frecuente durante el período agudo del episodio vascular, reduciendo el potencial de recuperación neurológica.
Sin embargo, otros trastornos del sueño, como el insomnio o la hipersomnia, que se pueden observar como consecuencia directa o indirecta de un ictus, también pueden producir o incrementar la discapacidad del ictus.
Durante la etapa aguda del AVC, la arquitectura del sueño se encuentra severamente trastornada: aumentan el número de despertares y de sueño no nocturno, correlacionándose con una pobre calidad del sueño y con una menor calidad de vida.
Una arquitectura normal del sueño constituye un aspecto muy significativo en la consolidación del aprendizaje y la memoria, incluyendo el aprendizaje motor, que resulta indispensable para la recuperación de habilidades motoras después de la etapa aguda de un ictus.
Se ha estudiado también el papel que desempeña la arquitectura del sueño normal en la aparición de comorbilidades como la depresión o déficits cognitivos. Su presencia en los pacientes con AVC puede interferir con la recuperación funcional.
Actualmente, existen instrumentos sencillos y reproducibles, como la escala de Epworth o el Sleep Disorders Questionnaire, que pueden ser utilizados en la práctica clínica diaria para determinar los pacientes a quienes será necesario realizar una polisomnografía para confirmar o descartar el diagnóstico de TS.
El conocimiento de cómo se afecta el sueño con los accidentes vasculares cerebrales constituye a día de hoy una interesante área de investigación. Dada la evidencia actual del efecto neuroprotector del sueño, se ha propuesto la inducción del sueño en los pacientes con ictus como una estrategia terapéutica válida para incrementar su recuperación funcional.