Hipertensión pulmonar

¿Qué es la hipertensión pulmonar?

La hipertensión pulmonar consiste en una presión alta en las arterias y los vasos sanguíneos de los pulmones que hace que se estrechen o se colapsen y no llegue correctamente el riego sanguíneo. Se trata de una enfermedad crónica y progresiva en la que las arterias pulmonares, que son las encargadas de llevar la sangre del corazón a los pulmones, no funcionan correctamente y se acaba produciendo una sobrecarga en el ventrículo derecho del corazón, ya que este debe hacer un mayor esfuerzo para bombear la sangre. Con el tiempo, el corazón se debilita y puede darse una insuficiencia cardíaca, además de arritmias, sangrados y otros problemas cardiovasculares.

Aunque existen varios tipos de hipertensión pulmonar en función de su causa, es una afección grave y sus síntomas pueden notarse en un estado avanzado de la enfermedad, por lo que su detección a tiempo es básica para poder hacer seguimiento y reducir las molestias que pueda provocar en las personas afectadas.

¿A quién afecta la hipertensión pulmonar?

La hipetensión pulmonar puede darse por causa genética (hereditaria), congénita, por la ingesta de algunos medicamentos o sustancias ilegales, por una enfermedad cardiaca o pulmonar previa, como consecuencia de una tromboembolia pulmonar crónica, por enfermedad renal o por otras enfermedades (VIH, enfermedad hepática crónica, enfermedades del tejido conectivo…).

En concreto, la hipertensión pulmonar o hipertensión arterial pulmonar (HAP) idiopática, uno de los tipos más frecuentes, suele darse en personas de entre 30 y 60 años, y es mucho más frecuente en mujeres.

Síntomas de la hipertensión pulmonar

Los síntomas de la hipertensión pulmonar pueden manifestarse tras varios años de enfermedad, muy lentamente y cuando el corazón y los pulmones ya presentan daños graves. Además, pueden confundirse con los de otras enfermedades respiratorias, por lo que su diagnóstico puede ser complejo.

Los signos principales de esta enfermedad son:

  • Disnea.
  • Dolor o presión en el pecho.
  • Cansancio.
  • Color azulado en la piel o en los labios (cianosis).
  • Mareos o desmayos.
  • Hinchazón en algunas zonas del cuerpo.
  • Aumento de la frecuencia cardíaca.

Tratamiento de la hipertensión pulmonar

Los tratamientos disponibles para la hipertensión pulmonar se centran en tratar la causa y reducir sus síntomas y en hacer que los pacientes dispongan de una mayor calidad de sus condiciones de vida, ya que es una enfermedad incurable.

Los más habituales son los fármacos para dilatar los vasos sanguíneos, anticoagulantes, diuréticos, oxigenoterapia y, en los casos más graves, trasplante de corazón o de pulmón o cirugías para aliviar la presión en el corazón.

Oxigenoterapia

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