La carbonatación en la cerveza: una ciencia con mucho gas

Fecha de publicación
9 junio 2025

Al observar una cerveza recién servida, con sus burbujas y su espuma, rara vez pensamos en los complejos procesos que hacen posible ese fenómeno. Sin embargo, detrás de cada trago hay una labor técnica minuciosa, en la que intervienen numerosos factores. Uno de los más determinantes es la carbonatación, un proceso que consiste en la incorporación controlada de gases en la bebida para definir su textura, frescura y calidad final. 

El dióxido de carbono (CO2) es el gas más habitual en la carbonatación, aunque también se emplea, en ciertos procesos, el nitrógeno (N2) por sus propiedades específicas. En contraposición, el oxígeno (O2) es un gas que debe evitarse en las fases finales del proceso, ya que puede oxidar los compuestos aromáticos de la cerveza y afectar negativamente su color, sabor y estabilidad. 

Comprender el papel que desempeñan estos gases permite valorar aún más la calidad del producto final y visibilizar el trabajo de empresas especializadas como OXIGEN salud, proveedor de gases de alta pureza alimentaria que garantizan procesos cerveceros seguros, eficaces y con los más altos estándares de calidad.

Dióxido de carbono (CO2): burbujas, sabor y conservación

El dióxido de carbono es el gas protagonista en la mayoría de cervezas. Se produce de forma natural durante la fermentación alcohólica, cuando las levaduras transforman los azúcares del mosto en alcohol y gas. Sin embargo, para lograr una carbonatación estable y homogénea, especialmente en etapas posteriores, es habitual añadir CO2 de forma externa, ya sea durante la fermentación secundaria, el embotellado o el sevicio en grifo. 

Este gas no solo aporta las burbujas características, sino que también:

  • Modifica la sensación en la boca con una textura refrescante. 
  • Potencia ciertos sabores, como el amargor del lúpulo.
  • Actúa como conservante natural, al limitar el crecimiento de bacterias y levaduras indeseadas gracias a su acción antimicrobiana. 

OXIGEN salud suministra CO2 de pureza alimentaria certificada y colabora con los productores para asegurar que cada cerveza mantenga su integridad sensorial y microbiológica durante su vida útil. Por ejemplo, para obtener 2,5 volúmenes de CO2 - una medida estándar para muchas cervezas - a una temperatura de 6ºC, se necesita una presión de aproximadamente 1 bar. 

 

Nitrógeno (N2): microburbujas y textura

Aunque el dióxido de carbono domina en la mayoría de los estilos, el uso del nitrógeno (N2) ha cobrado relevancia en cervezas como las stouts, porters o ales, donde se busca una textura más cremosa y un perfil más suave. A diferencia del dióxido de carbono, el nitrógeno tiene una soludibilidad mucho menor en líquidos, lo que permite generar burbujas extremadamente finas, una espuma más densa y una sensación en boca más aterciopelada. 

Este gas también aporta una estética muy apreciada: la famosa "cascada" de burbujas descendientes que preceden a una espuma persistente y cremosa. Para conseguir estos efectos, se emplea una mezcla precisa de CO2 y N2, ajustada a los objetivos sensoriales de cada receta. 

OXIGEN salud ofrece mezclas de gases personalizadas y adaptadas tanto a pequeñas cervecerías como a grandes industrias, y garantiza una consistencia en el resultado y cumplimiento con las normativas alimentarias más estrictas. 

Tecnología y precisión al servicio de una bebida milenaria

La elaboración de cerveza es una práctica ancestral que hoy se apoya en tecnologías avanzadas y procesos altamente controlados. La elección de los gases adecuados, y su aplicación precisa en cada fase del proceso cervecero, resultan esenciales para obtener un producto final equilibrado, atractivo y estable. 

OXIGEN salud colabora estrechamente con el sector cervecero. Ofrece gases de uso alimentario y asistencia técnica especializada para adaptar cada solución a las necesidades concretas de producción. Desde la pequeña cervecería artesanal hasta la gran planta industrial, la empresa entiende que cada cerveza es única y merece una solución a su medida. Además, el proceso no termina en el envasado: duante el servicio en grifo, mantener la presión y temperatura adecuadas es vital. Un desequilibrio puede hacer que el CO2 salga rápidamente del líquido y afecte a la experiencia del consumidor. 

Ajustar la presión y la temperatura, evitar la entrada de oxígeno y mantener los equipos fríos y limpios son prácticas esenciales para garantizar una cerveza de calidad. 

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