Fecha de publicación
08/12/2025
Con la llegada del invierno y la proximidad de las fiestas navideñas, el incremento de reuniones sociales, desplazamientos y actividades en espacios cerrados favorece la circulación de virus respiratorios, especialmente en los niños y niñas. Los/las más pequeños/as constituyen uno de los grupos más vulnerables, no solo por la inmadurez de su sistema inmunitario, sino también por la estrecha convivencia en escuelas y espacios de ocio.
Desde OXIGEN salud, empresa especializada en terapias respiratorias domiciliarias y suministro de gases medicinales, ofrecemos una visión clara y rigurosa sobre los principales virus que afectan a la población pediátrica, así como recomendaciones útiles para su prevención y manejo durante esta época del año.
Virus Respiratorio Sincitial (VRS)
El Virus Respiratorio Sincitial (VRS) es uno de los principales responsables de la bronquiolitis infantil cada temporada invernal. Su elevada capacidad de contagio y su facilidad para sobrevivir en superficies lo convierten en uno de los virus respiratorios en niños y niñas que mayor presión asistencial genera.
Una vez infecta, el VRS afecta a los bronquiolos, y provoca inflamación, dificultad para respirar, sibilancias y rechazo del alimento, especialmente en lactantes.
El VRS tiene un periodo de incubación de entre 2 y 8 días y puede prolongarse la sintomatología hasta 2 o 3 semanas. Esto se debe a que la inflamación bronquiolar tarda en resolverse y la mucosidad es más espesa y difícil de eliminar en edades prematuras. En casos graves puede provocar apnea en recién nacidos/as, desaturación de oxígeno y deshidratación por dificultad para alimentarse. Además, las reinfecciones son frecuentes a lo largo de la infancia, ya que la inmunidad generada no es completamente duradera, sin embargo, suelen ser menos severas.
Para reducir su impacto, es fundamental extremar la higiene, especialmente cuando hay bebés en casa. El lavado frecuente de manos, evitar besos en la cara de los lactantes, ventilar bien los espacios cerrados y evitar el humo del tabaco son medidas esenciales. En niños y niñas -prematuros/as o con enfermedades cardiopulmonares- el seguimiento pediátrico y la prevención del VRS adquieren un valor aún mayor.
Virus de la gripe
La gripe en niños y niñas suele presentarse con fiebre alta, malestar general, dolores musculares y tos seca. Es un virus altamente contagioso y puede provocar complicaciones como otitis, sinusitis o neumonía, especialmente en niños/as con patologías respiratorias previas como el asma.
La medida preventiva más eficaz es la vacunación antigripal, especialmente recomendada en pacientes con enfermedades de base o en convivencia con personas vulnerables. El virus presenta una elevada capacidad de mutación, lo que explica la variabilidad de las cepas cada año y la necesidad de actualizar anualmente la vacuna. En pediatría, la gripe puede causar mialgias intensas, convulsiones febriles y, en casos más severos, miocarditis o encefalitis. Los/las lactantes y niños/as con asma son especialmente susceptibles de desarrollar una neumonía viral o bacteriana asociada.
Mantener una adecuada hidratación, un buen descanso y evitar el contacto con personas que presenten síntomas gripales durante las celebraciones navideñas es clave para prevenir el contagio.
Rinovirus o virus del resfriado común
El rinovirus, causante del resfriado común, es uno de los virus más frecuentes en la infancia. Aunque suele provocar síntomas leves como congestión nasal, tos y malestar moderado, puede desencadenar una crisis de asma en pacientes predispuestos.
Esta enfermedad posee más de 150 serotipos distintos, lo que hace prácticamente imposible desarrollar una inmunidad completa. Su afinidad por la mucosa nasal se explica por su óptima replicación a temperaturas de 33-35ºC, ligeramente inferiores a la temperatura corporal central. En niños/as con otras patologías respiratorias, el rinovirus es uno de los desencadenantes más frecuentes de crisis, ya que aumenta la hiperreactividad bronquial y promueve la inflamación eosinofílica.
Para prevenir su contagio se recomienda reforzar el lavado de manos, enseñar a los niños y niñas a utilizar pañuelos desechables y mantener una correcta humidificación del ambiente. Evitar los cambios bruscos de temperatura y asegurar una vestimenta abrigada son acciones simples que ayudan a disminuir la incidencia de la enfermedad.
Adenovirus
Los adenovirus destacan por su resistencia en el entorno y por provocar no solo cuadros respiratorios, sino también conjuntivitis o síntomas digestivos.
Una característica médica importante es su capacidad para permanecer activos durante semanas y la resistencia a muchos desinfectantes comunes. A nivel respiratorio, puede causar infecciones más prolongadas que la de otros virus -en ocasiones hasta 10 y 14 días- y cuadros febriles más intensos. Algunas variantes pueden provocar neumonía severa o faringoconjuntivitis febril, y ser más comunes en entornos de alta convivencia infantil, como escuelas o guarderías.
La prevención de adenovirus incluye una adecuada limpieza de juguetes y superficies, evitar compartir botellas o utensilios personales y limitar la asistencia a actividades grupales si el niño o niña presenta fiebre o conjuntivitis. La ventilación del hogar y la reducción de irritantes ambientales contribuyen a una recuperación más rápida.
Virus Parainfluenza
Los virus parainfluenza puede producir desde resfriados leves hasta cuadros más complejos como la laringotraqueitis o crup, caracterizada por tos perruna, ronquera y, en ocasiones, dificultad respiratoria. Aunque generalmente se resuelve sin complicaciones, puede generar inquietud por la intensidad de los síntomas en los periodos nocturnos.
Existen cuatro tipos principales de virus parainfluenza. Los de tipos 1 y 2 son los que causan la laringitis frecuentemente. Su acción en la vía aérea superior genera inflamación en la laringe y tráquea, lo que explica el estridor y dificultad respiratoria que empeora por la noche. Aunque rara vez provoca neumonía, puede causar cuadros severos en los niños/as más pequeños/as. El aire frío o la humedad pueden aliviar temporalmente la inflamación al reducir el edema subglótico, conocido coloquialmente como inflamación abrupta.
La mejor forma de prevenirlo es evitar el contacto con personas resfriadas, reforzar la higiene en los meses fríos y vigilar la aparición de síntomas respiratorios. En niños y niñas con laringitis, la exposición al frío o ambientes húmedos puede ofrecer alivio temporal, aunque se recomienda siempre una evaluación médica ante cualquier síntoma.
El compromiso con la salud respiratoria infantil
Es esencial extremar la precaución en invierno para proteger a los/as más pequeños/as de cualquier virus que puedan alterar su bienestar. La vigilancia de los síntomas y la búsqueda de atención médica precoz juegan un papel fundamental para evitar complicaciones. Ante cualquier signo de respiración acelerada, hundimiento de costillas al respirar (tiraje), somnolencia anormal o deshidratación, es imprescindible acudir al/a la pediatra o a un servicio médico.
En OXIGEN salud ofrecemos soluciones especializadas en oxigenoterapia, aerosolterapia y equipos adaptados a la población pediátrica para ayudar en la etapa de curación, junto con soporte técnico y acompañamiento continuo.
El manejo adecuado de los virus respiratorios no termina con el tratamiento de los síntomas, sino con un seguimiento correcto, una adherencia adecuada a las terapias y la supervisión médica continua. Contar con equipos de soporte respiratorio fiables y bien ajustados —y con un equipo profesional disponible ante cualquier duda— resulta esencial para que los niños y niñas puedan recuperarse de manera segura y evitar secuelas futuras.
El objetivo es mejorar la calidad de vida de los niños y niñas con patologías respiratorias y brindar tranquilidad a las familias en los momentos en los que más se necesita.
Redacción propia.