El sueño y sus procesos fisiológicos: ¿qué ocurre en nuestro organismo mientras dormimos?

Fecha de publicación
11 febrero 2025

El sueño es un proceso dinámico que tiene como principal función el descanso neuronal, después de la intensa actividad a la que han sido sometidas las neuronas durante la vigilia. Además de esto, el organismo realiza una serie de funciones vitales que contribuyen al equilibrio físico, mental y emocional. Estas actividades son mecanismos cruciales para la reparación y regulación de los diversos sistemas del cuerpo.

 

Fases del sueño

El sueño está compuesto principalmente por dos fases:

1. Fase NREM (sueño sin movimientos oculares rápidos). Es una de las etapas principales y comprende alrededor del 75-80% del tiempo total del sueño. Se divide en tres subfases (N1, N2 y N3), cada una con características fisiológicas específicas:

  • N1 (sueño ligero). Etapa de transición entre la vigilia y el sueño. Se caracteriza por un descenso de la actividad muscular y cerebral. Representa aproximadamente un 5% del tiempo total de sueño.
  • N2 (sueño intermedio). El organismo continúa con el proceso de relajación muscular y se produce una disminución de los ritmos cardíacos y respiratorios. Representa en torno al 50% del tiempo total de sueño.
  • N3 (sueño profundo). Es la etapa más restauradora, también denominada “sueño de ondas lentas” o “sueño delta”. Aquí ocurren la mayor parte de los procesos de reparación física e inmunológica. Representa alrededor del 15-25% del tiempo total de sueño.

2. Fase REM. Se caracteriza por la aparición de los movimientos oculares rápidos bajo los párpados (del inglés Rapid Eye Movement). Es una etapa del sueño caracterizada por una parálisis muscular temporal (excepto músculos respiratorios y oculares), una intensa actividad cerebral y una serie de procesos fisiológicos particulares. La fase REM desempeña un papel crucial en la consolidación de recuerdos, la regulación emocional y el mantenimiento de las funciones cerebrales, y ocupa 20-25% del tiempo total de sueño.

 

¿Cómo se estructura nuestro sueño?

A lo largo de la noche, se repiten unos 4-5 ciclos de sueño con una duración aproximada de 90 minutos. Cada ciclo, se inicia en un periodo de sueño NREM hasta el final del siguiente sueño REM. En la primera mitad de la noche, predomina en sueño NREM lento (N3) y, a medida que esta avanza, los episodios de sueño REM tienen, progresivamente, una duración más prolongada.

Sueño y procesos fisiológicos

 Imagen: The Sleep Foundation

 

¿Todas las personas dormimos de la misma manera?

Diversos estudios indican que no todos los individuos/as dormimos de la misma forma. Posiblemente las necesidades de sueño sean genéticas, mientras que los mecanismos fisiológicos son desconocidos. Según nuestros hábitos de sueño podemos encontrarnos con:

  • Dormidores cortos: personas que necesitan pocas horas de sueño para encontrarse plenos durante la vigilia. En general, necesitan menos de 7 h de sueño nocturno al día.
  • Dormidores largos: personas que necesitan más horas de sueño que la media del resto de individuos. En general 9-10 h de sueño nocturno al día.
  • Dormidores tipo “Alondra”: aquellas personas que necesitan acostarse y levantarse temprano.
  • Dormidores tipo “Mochuelo”: a los que les gusta trasnochar y, por lo tanto, necesitan levantarse más tarde por la mañana.

Los ritmos biológicos de cada individuo/a marcan las diferencias en el horario habitual de sueño. Los matutinos o alondras alcanzarán su nivel de alerta y rendimiento antes del mediodía mientras que los mochuelos lo alcanzarán por la tarde.

 

Procesos fisiológicos

Durante el sueño, se producirán modificaciones en diversas funciones fisiológicas:

A nivel celular, y especialmente en la fase N3, el organismo libera altas cantidades de hormona del crecimiento, esencial para la reparación de tejidos, músculos y huesos. Además, las células eliminan productos de desecho acumulados durante el día, para facilitar su regeneración y la prevención de daños a largo plazo.

En cuanto al sistema endocrino, durante la fase NREM, encontraremos un pico máximo de la melatonina, conocida como la hormona del sueño. A su vez, los niveles de cortisol disminuyen, lo que contribuye a conservar el estado de relajación y recuperación. La leptina y la grelina, hormonas que regulan la saciedad y el apetito respectivamente, se equilibran y promueven una sensación de plenitud gástrica al despertar.

Durante el sueño, la actividad de la función renal disminuye, se excreta menos orina y es más concentrada. Este descenso de la diuresis permite la existencia de un sueño más continuo.

Para el sistema inmunológico, la fase N3 del sueño NREM es de vital importancia, puesto que sufre una mayor activación encaminada a luchar frente a la infección por patógenos. Se aprovecha la energía del organismo durante el periodo de descanso nocturno para activar las respuestas inmunitarias. Existen pruebas de que el estado del sistema inmunitario es capaz de modificar la cantidad y la calidad del sueño. De hecho, cuando aparece la fiebre tenemos necesidad de dormir.

Por su parte, el sistema cerebral, durante la fase N3, limpia y organiza toda la información adquirida durante el día. Procede a la eliminación de las conexiones neuronales innecesarias y fortalece aquellas conexiones útiles, lo que favorece así la eficiencia cerebral. Al comenzar la fase REM, el cerebro sufre una activación que permite la creación de sueños elaborados y emociones, el fortalecimiento de la memoria a largo plazo y el procesado de aprendizajes emocionales. Todo ello se integra para contribuir a la estabilidad psicológica.

En el sistema musculo-esquelético, la mayoría de los músculos se encuentran completamente paralizados debido a la inhibición de las motoneuronas por el sistema nervioso. Este fenómeno, conocido como atonía, evita que actuemos físicamente durante los sueños. Tanto los músculos respiratorios como los que controlan los ojos permanecen activos.

En el sistema respiratorio, un aspecto característico es el cambio de patrón ventilatorio a lo largo de las diferentes fases del sueño. Además, la resistencia de la vía aérea superior se incrementa. Ambas condiciones, favorecen la aparición, en sujetos con factores predisponentes, de alteraciones respiratorias, apneas o hipopneas centrales y obstructivas.

Por lo que respecta a la función cardiovascular, durante el sueño se producen importantes variaciones de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. En la fase NREM nos encontraremos con los valores mínimos de ambos. Durante la fase REM habrá fluctuaciones de dichos signos vitales, lo que hace de esta fase una situación vulnerable a las arritmias cardíacas.

Por todo ello, un buen descanso es la clave para el correcto funcionamiento de todos nuestros procesos fisiológicos. Un sueño adecuado fortalecerá nuestra salud y nos asegurará una mejor calidad de vida.

 

Silvia Arribas, enfermera de OXIGEN salud (Colegiada nº 7230 por el Colegio Oficial de Enfermería de Valladolid).

Fuentes consultadas: Tratado de medicina del sueño, Editorial Médica Panamericana.

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